Mar de recuerdos, por el cual navego en las horas solitarias en las que la luna es mi única compañía, repasando con cauteloso detalle los momentos que una vez llegamos a compartir, los momentos que en mi nostalgia me torturan y me hacen compañía a la vez. A los recuerdos los acompañan lagrimas y sonrisas furtivas de media noche, de esas que como un fuego artificial suben de lo mas hondo de mi ser, para llegar al cielo de mis memorias y comenzar a caer un poco hasta llegar a mis labios donde estalla en una mueca de antiguas alegrías que hoy mas se parecen a la luz de las estrellas tan lejanas que han desaparecido tiempo atrás, y tan efímera como comenzó, la sonrisa se extingue al entender que dicho momento ya no esta.
Me encierro solo en esta bóveda de memorias, a pasar las horas melancólicas bajo la luz de una luna que una vez significo un romántico acompañamiento, y es ahora cuando veo que fue ella la única compañera que estuvo y nunca se fue, que un día unió nuestras miradas en el cielo, pero que siempre me miro a mi cuidándome de la oscuridad con su suave mirada. Hoy solo me acompañan recuerdos de lo que una vez fue, preguntas de lo pudo ser, y una pálida luz que me cuidara, hasta el día en que una vez mas quiera inventar nuevas memorias para guardar en esta bóveda, y entonces, me acompañara una vez mas.
Recuerdos que asaltan en los momentos menos esperados, momentos en los cuales la razón de mi sonrisa, tuvo tu nombre, hoy se convierten en sonrisas de melancolía que arden en los labios y queman el corazón, hoy se vuelven razones para que una lagrima rebelde escape de los mismos ojos que una vez guardaron con alegría las memorias que pronto volveré a encerrar en la bóveda que guarda lo que un día fue una verdad, y que hoy se vuelven mentiras que me digo, e historias para antes de dormir...
Tres personas importantes para mi inspiraron este escrito con sus historias, y una persona mas es protagonista principal en mi parte personal del escrito, a estas cuatro personas dedico estas palabras.