Por algún motivo lo recuerdo, tan nítido como si la ultima noche hubiera sido justo ayer, la ultima noche que Selene nos regalo su velo para encubrir nuestra verdad, por alguna razón las imágenes cruzan como saetas de fuego ante mis ojos, imágenes de momentos donde la pasión y los sentimientos se volvían uno, nos volvían uno. Repaso en mi mente aquellos efímeros momentos en que mis manos recorrían tu piel, escrutando cada centímetro de ti, dibujando corazones en tu espalda en busca de un camino a tu alma, perdiéndome entre besos y palabras cortadas por un silencio que lo decía todo. Noches en los que nuestro delito fue únicamente ser una verdad que jamas diríamos a nadie mas, una sincero secreto oculto entre cuatro paredes, sellado tras una puerta cualquiera, portal que nos llevo a la mas perfecta locura, a un mundo distinto donde la oscuridad se prestaba para la mas perfecta visión de cada uno, y lo solo podía escucharse un el tamborileo al unisono de dos corazones llevados por una misma pasión. Lo que se ocultaba tras la tenue umbra, no era mas que dos cuerpos de lo que llego a ser un mismo ser.
Aun puedo recordar como todo comenzó casi como un inocente juego, una locura no mas, y nos fue llevando a una adicción, no fue el placer que el cuerpo sentía lo que nos llevo a seguir con nuestro propio mundo personal, fue la perfección, la seguridad y la sinceridad de un momento en el que ambos espíritus se forjaran en uno solo. Aun puedo recordar la ultima noche, recordar como caímos juntos en el sueño de Morfeo y mis brazos te cubrieron para cuidar de nuestro onírico mundo en tu pecho y la luna nos regalo su protectora bendición, solo para despertar ante la primera luz del día sosteniéndote aun en el abrazo mas perfecto.
Si tan solo siguiera esa perfecta noche en la cual Selene fue la testigo muda de un secreto que siempre quedara sellado entre las mismas cuatro paredes, detrás la misma puerta.
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